domingo, 19 de septiembre de 2010

Crepúsculo y el nuevo negocio editorial


En el pasado festival de cine de Málaga de 2010, como todos los años, he hecho gala de mi desvergüenza colocándome en la valla que separa la zona de los famosos de la zona de los no famosos con el único objetivo de poner a prueba a ambos bandos creando uno de esos universos desconcertantes de mini teatro callejeros que siempre genero allá donde voy. De entre mis muchas bromas está la de decir en voz alta que un famoso es quién no es, con lo que le dije a un chico que estaba a mi lado que no sabía si el de física o química había venido pero que Arturo Pérez-Reverte si que se había dejado caer, al o que este chico me respondió:

‘Pérez-Reverte, ¿y ese quién es?...’

La cultura, el arte y la información están cada vez más al servicio de las empresas, y todos sabemos que lo ideal para una empresa es producir a la menor calidad, y al mejor precio, algo que siempre suelen conseguir gracias a que pocos colaboramos en impedírselo. Recuerdo una frase de una gran empresaria editorial malagueña, a la que conocí en una jornada de puertas abiertas de la diputación:

‘No siempre lo que más se vende es lo mejor, de hecho, lo que más se vende, casi nunca suele ser lo mejor’.

Con esto, esta gran emprendedora, que no una empresaria sin escrúpulos, hacía referencia a los best-sellers. Hemos pasado por una cultura solo controlada por el clero, por una cultura popular, acomodándonos finalmente en aquella que se vende según el precio de mercado. Pero lo peor de todo es que es más que evidente la escasa calidad literaria de insultos como ‘crepúsculo’ que rebaja la ya desgastada mitología vampiresca y la pone al servicio de esas historias de relaciones amorosas absurdas, donde el hombre ideal protagonista representa un estereotipo superficial que imaginábamos obsoleto, pero que atraen a tanto público, y da tanto dinero. Todo ello acompañado de un merchandising que evidencia toda la franquicia que desde un principio se
pretendía crear en torno un producto concreto.

Y ese es el problema, cuando un libro deja de ser una experiencia enriquecedora, y pasa a ser un producto, un producto que una empresa lanza con el objetivo de venderlo. Y con crepúsculo, estos genios de hacer dinero han dado con la clave para trasladar las máximas de las historias de adolescentes guapos y perfectos a la literatura. Y cuando uno lee esas historias, y ve esas series, descubre tristemente que son un fiel reflejo de los valores entre los que vivimos, simple, es la palabra, y eso facilita las cosas, las facilita, porque poco hace falta para llegar a ser un líder juvenil, poco más que un perfil perfecto, un cutis terso, una moral y una inteligencia negociables, y mucha, muchísima publicidad.

Existen libros y películas hechos con la pura, simple y honrada pretensión de recaudar dinero, nada más, ni sus directores ni sus distribuidores pretenden en ningún momento aportar nada excesivamente importante ni diferente, solo grandes ventas y grandes taquillas, ¿podemos sacar la conclusión de que un gran porcentaje de la población tiene un gusto pésimo? Sin duda ver una mala película, y leer un mal libro es más fácil que leer un buen libro, y leer una buena película, y recordemos que el ser humano puede llegar a dormir 12 horas y despertarse somnoliento…Aun que suene egocéntrico, para mí es cada vez más cierto que quiénes amamos todo el arte para cuya comprensión y disfrute hay que dedicar algo más de tiempo, estamos claramente descatalogados.

A mí personalmente, no me gusta que nadie me diga lo que tengo que leer, me siento mucho mejor conmigo mismo leyendo a autores que no conoce nadie, y que, habiendo disfrutado de ambas experiencias, tengo la certeza objetiva de que ese autor desconocido al que estoy leyendo, es cien veces mejor que ese que vende tanto, pero al igual que una carrera universitaria complicada tiene menos estudiantes, un escritor bueno de verdad, con temas y personajes más complejos que chico guapo y malo deja embarazada a chica guapa e ingenua, tiene menos lectores que un escritor que pone su pluma al servicio del dólar. Y aún así pretendo no ser ingenuo, pero tampoco ser injusto, y pese a ser consciente de que toda creación debe tener en cuenta el presupuesto, y así mismo las ventas, también pretendo disfrutar con lo que veo, y alegrarme de que les guste a todos, así mismo como disgustarme de que algo con lo que no disfruto por motivos objetivos, le gusta a tanta gente.
Para despedirme os dejo con una de mis citas a modo de reflexión. La escribí sin nunga malicia, de verdad, pero creo que tiene mucho que ver con esto.
‘Ningún oficio es mejor o peor que otro, al igual que Arturo Pérez-Reverte no puede salir en la super-Pop, el prota de física o química no puede escribir un libro’
Víctor Castilla