lunes, 12 de diciembre de 2011

San Cucufato, los cojones te ato

Me he metido con no se qué santo- sin darme cuenta, prometido, que a mí las blasfemias me las transcribe el subconsciente-, y un miembro de una archicofradía se ha ofendido y me ha pedido amablemente que me retracte. Que diga que ese santo de cuyo nombre no logro acordarme era una persona muy buena, que se cogía él mismo el dobladillo del pantalón, que nunca se iba de putas y que el culo le olía a romero. Pues bien, no quisiera yo desobedecer a un miembro importante de una archicofradía, llega a ser de una cofradía a secas y a lo mejor sí, pero al de una archicofradía... ahí ya se me encoge la pluma.

Este santo al que difamé gratuita e impunemente, era un santo bueno, como todos los santos. Un santo de los de verdad, cumplía todos los requisitos que la Iglesia exige para santificar a alguien, un representante pontificio especialista en milagros firmó un certificado compulsado por el Vaticano acreditando todos y cada uno de sus milagros, no vayamos a pensar que se inventan las cosas. Era un santo generoso, como todos, su gigantesca generosidad solo conocía los límites de su riqueza. Daba de comer a los niños, de paso los evangelizaba, pero eso es lo de menos. Él les alimentaba el alma con la palabra del señor sin cobrarles un centavo y encima les daba de comer, no me explico cómo aguantaba esta situación sin querer sacar provecho del asunto... cosa de santos. Fue siempre muy atento con su familia. Nada más ingresar en la corte papal, se los trajo consigo para que pudieran experimentar de primera mano la dura vida del Vaticano, donde, día sí y día no, tenían que hacerle frente a una gotera, o a un trozo de carne poco hecho, o a un vino pasado de fecha... Por insólito que nos parezca, su familia no quiso abandonar a su hijo y accedió a trasladarse definitivamente a la ciudad santa conociendo el horrible destino que les deparaba.

Por si esto fuera poco, este santo fue tesorero del Vaticano, y tuvo que ver pasar dinero por sus manos todos los días durante toda su vida, con la constante tortura de poder llevarse solo la mitad de los porcentajes, y sólo una vez al mes... Ya quisiéramos que nuestros políticos de hoy en día fueran tan honrados... ya me gustaría verles a ellos teniendo que llevarse solo la mitad de lo que pasa por sus manos...

Por increíble que nos parezca, ninguno de estos sacrificios sirvió para que su vida fuera considerada ejemplar ante los ojos del creador. Pero esto no le supuso un gran problema, para eso está el arrepentimiento. Y es que no hay nada que le guste más a Dios que ver a una persona arrodillada y auto-flagelándose para pedirle perdón. Y ya tuvo que ponerse Dios cachondo viendo suplicar a este santo, que ni el Papa pudo llevarle la contraria al altísimo. Nuestro santo no sólo se libró de las llamas del infierno, sino que a los pocos años de su muerte, ya era santo.


Para finalizar, quisiera instar a sus excelencias y autoridades eclesiásticas a que se decidan por fin a santificar en vida. Para que al menos se lleven una alegría antes de reunirse con el creador, en vista de la escasez y las penurias que se ven obligados a soportar. En fin, que de tanto atarle los cojones a San Cucufato al final se le acaban inchando

Víctor Castilla, 13 de Diciembre de 2011, 3:41 H.

sábado, 10 de diciembre de 2011

El arte de hablar a la espalda

Envenenar, despellejar, la envidia hecha cólera. Hablar a la espalda, una actividad tan antigua como la prostitución. La gran lacra de la humanidad, el pesar más abominable de nuestra civilización, la única peste endémica incurable que ha asolado la tierra, y más verborrea colérica. Me falta página, me falta blog, no hay espacio a papel ni cibernético en el que quepan todos los adjetivos que debería utilizar -conste que se me pueden ocurrir muchos, que para adjetivar con odio no hace falta ser miembro de la RAE, solo tener imaginación y mucha mala leche-, para describir el noble y comprensible desprecio que siento por esta oscura faceta de la naturaleza humana. Prerrogativa- aunque poco tiene de privilegio-, de mi sexo y de mi orientación sexual, me veo a menudo en la obligación, que cumplo estoicamente, de aparentar ser un tipo duro de esos que casca nueces con las nalgas, toma sopa con tenedor, se limpia el culo con aluminio y siente por dentro menos si cabe que lo que siente por fuera. Pero ya estoy hasta los cojones. Estoy dolido, sí, y mucho. Doy mi palabra de que me voy a cargar el teclado sobre el que estoy redactando este artículo, fruto, casi exclusivamente, del más profundo sentimiento de cólera. Que sí, que gran parte de este mosqueo es solo literatura, que sí.
Que no, que no es solo rabia y testosterona, que la garganta y los huevos no meditan lo que dicen, pero los dedos y las palabras sí, y no hay palabras más duras y sinceras que las que nos regala un mosqueo meditado.

Qué ingenuo es éste mezcla-letras veinteañero a quién tenéis el desprecio, aprecio, locura, aburrimiento - o vaya usted a saber qué razones-, de leer. Que se creía el pobre que era el único, ¡único! Ahora no puedo decir esa palabra sin descuajeringarme. Qué pena Don Víctor, le creía yo más avispado... En la vida se puede ser de todo: maricón, puta, yonki, negro, mujer, comunista, ecologista, maniático..., lo que sea, cada uno carga con su cruz, y sufrir a gusto por ello. Ahora, si lo que te ha tocado, amigo, es ser confiado... pobre diablo... te va a parecer que Dios y toda su corte celestial se han aliado con Lucifer para corrérsete encima, pero sin usar toallitas perfumadas después. Va uno por la vida dando por hecho que todos pretenden destacar por mérito propio, no por demérito de los demás, y es que ser un confiado te impide ver que hay quiénes único talento en sí es despreciar el talento de los demás. Es un discernimiento cruel, duro y mezquino. A un confiado como yo le cuesta creérselo- aún se niega a creérselo del todo-, pero es la verdad, y si algo creo haber aprendido en las dos décadas que llevo rondando este enésimo reino llamado realidad, es que la verdad se prostituye, hace varios servicios cada noche y cada vez a un precio más bajo.

Dicho esto, que es del todo comprensible, ¿por qué ni en ese fétido pozo de la cara más ruin del alma humana hay si quiera algo de sinceridad? ¿Por qué las personas que se dedican a despellejarte a la espalda usando argumentos más que discutibles, tienen el valor de sonreírte mirándote a los ojos? ¿Por qué hay tanto mamón suelto que te insulta en voz baja en tus narices dando por hecho que vas a fingir no haberle escuchado? ¿Por qué hacer un esfuerzo por ocultar ese desprecio? Si te doy asco- porque pare hacerme eso te lo tengo que dar-, ¡dímelo! Que no pasa nada, de verdad. Hasta podemos seguir compartiendo el periódico y preguntarnos de vez en cuando por la familia, si una cosa no quita la otra. Pero, lo que me llama poderosamente la atención, lo que no me entra en la cabeza, es esa voluntad de querer hacernos creer que sienten por nosotros justo lo contrario de lo que sienten de verdad. ¿Por qué? Es inútil invertir tanto esfuerzo, no hay quién se lo crea, no perdáis en ello la dignidad ni la vergüenza.


Yo personalmente me tomo la vida de otra forma, trato de no gastar energía en despreciar al prójimo. Da malas vibraciones. Bastante tenemos con el cambio climático, la inminente caída de la U.E. y el giro oriental de la superpotencia mundial..., como para añadirle más porquería a nuestros quehaceres diarios. Una actividad recomendable para todos los días- además de blasfemar como mínimo dos veces al día, o después de cada comida- es entrenar algo muy importante, lo segundo más importante después de la lucha contra la trágica deformación profesional. La incesante lucha contra la vanidad. Disfrutar con el trabajo bien hecho aunque no seas tú quién lo lleve a cabo. Éste es el hábito más elegante y honrado al que podemos aspirar a habituarnos en esta vida. Ese es un talento que hay que trabajar, trabajar para ganarlo y para no perderlo. Humildad, una virtud que jamás tendrán esos buitres de la humanidad, esos carroñeros de la confianza.

Pero no os preocupéis, estos parásitos- que aunque tengan buen corazón, son parásitos del alma-, son fáciles de detectar. Presumen siempre de lo que carecen, cargan sus propios defectos sobre los demás, y a menudo son quiénes, como he dicho, no tienen talento para otro arte que el arte del cobarde- que no es el de hablar a la espalda, que eso lo hacemos todos-, sino el de morena por detrás y rubia por delante. Pero no pasa nada, que antes de la calma vino la tormenta, y por ahí también hay gente maravillosa, personas gigantescas que llenan con su corazón cualquier lugar al que vayan.


Víctor Castilla. Diciembre de 2011.

miércoles, 13 de julio de 2011

Para unos es un golpe de estado, para otros una revolución.

Para unos es un golpe de estado,

para otros una revolución.

Para unos un libertador,

para otros un terrorista armado.

Para unos, un engaño,

para otros, una votación.

Para unos atentados,

para otros, libertad de expresión.

Para unos será su bandera,

para otros el recuerdo del dolor

de los que murieron defendiendo

la libertad del que los mató.

Todos expresan con sus palabras

lo que querrían expresar con sus armas.

En el mundo hay locos que luchan

por que todos pudieran hablar,

y cuerdos que luchan para que todos

tuviéramos que callar.

Lo legal es siempre lo ilegítimo,

lo ilegítimo siempre es lo legal.

Recuerdo cuando siendo niño

creía poder cambiar el destino

extendiendo mi brazo para votar.

Para unos es una revolución,

para otros es un golpe de estado.

Para unos, libertad, para otros, libertinaje,

¿y la democracia? Eso…

eso no le interesa a nadie.

Víctor Castilla. Marzo de 2011.

domingo, 29 de mayo de 2011

Hija mía... de verdad... ¡qué mal están los tiempos!

Hija mía de verdad,
¡que mal están los tiempos!
nos quitan las pensiones,
nos suben los precios,
nos quitan el tabaco
y nos bajan los sueldos.
¡Hija mía que castigo!
¡¿y lo del euribor?!
que no se yo que será,
pero que quieres que te diga, niña,
a mí me suena muy mal.

Pero bueno a lo que iba,
que España está en la ruina,
menos mal
que el inútil este no se vuelve a presentar,
aunque con todo mi cariño te digo
que tenía mucho talante, y mas cojones que mi difunto marido
¡Porque a mi ni mi pepe me quitó de fumar!

Pero siendo sinceros,
¿para qué tanto politiqueo?,
¿qué viene Rajoy y se va Zapatero?,
¿y a mí que más me da?,
si aquí siempre entra uno gracias a que el otro se va.
Y no es por ser pesimista,
pero no creo que el barbas tenga mucha prisa,
porque pa coger las riendas…
en fin, hija mía,
siempre es mejor esperar a que se seque la mierda.
¡Por eso le subía la temperatura, niña, si le hablabas de moción de censura!
¡Normal!
Si es que por mucho que nos digan,
diez votos les valen más,
que diez años de bienestar,
mientras que el de arriba se desgaste
¡a tirar palante!
ya se cansará.
¿Y qué le vamos a hacer?, ¿es que no lo sabías?
si aquí en este país, hija mía
los presidentes siempre ascienden
gracias al suicidio del titular,
¡mira a Felipe con los Gal!
¡mira a Aznar
con la guerra de Iraq!
eso sí, te reconozco que este presidente,
por lo menos, va con la verdad de frente
¡que hay que cagarla con dignidad!


Y bueno, de todo lo demás,
¿para que hablar
pudiendo callar y pensar?
Mmmm…no sé, le pediré a mí casero que tenga piedad,
que ese está como yo,
y ya es raro
estar en el paro
y no tener corazón, ¿no?

Mira, que se me olvidaba,
¿y lo que me dijiste de limpiarle la casa
A doña Encarna un par de horas a la semana?,
¿poco dinero?, no pasa nada,
ya me lo figuraba,
si es por coincidir con ella,
hacerle la pelota como a una plebeya.

“¡Pero qué anillo más divino!
¡qué trono más hermoso!
¡qué casa más cuidada!
¡y qué niña tan requeteguapa!”

Y entre una y otra le pido que le busque algo a mi Juanma,
lo tengo to pensao
un par de semanas,
y el niño está colocao.

En fin, hija mía, así se gana una la vida,
suplicando y sacando brillo a las estanterías.
¡¿Has visto lo mal que está la cosa en Libia?!
Hija mía, de verdad, ¡cuánto cuesta ganarse la libertad!
y también te digo que los de mahoma tienen mucha cara
¡mira lo que le hacen a las mujeres musulmanas!
¡y seguro que hasta viene en el Corán, niña!
aunque peores cosas dice la Biblia...
Pero a lo que iba, ¿¡te enteraste de lo de la revolución tunecina?!
después de tantos años
las cosas van cambiando, nada perdura,
se les acabó el chollo a las dictaduras.
De verdad, hija mía… a ver cuánto dura….

Y lo que de te decía,
que hay mucha intolerancia,
las cosas como son,
y desde hace ya bastante,
que ya era raro poder ser español
sin que te gustara el jamón,
ni el fútbol, ni los calamares,
ni ver en la sobremesa a karmele marchante,
de verdad, cada vez veo a esa mujer
me dan ganas de ponerme a leer,
¿y a la belén Esteban?
con esa ya, de memorizar la enciclopedia,
si es que no puede ser, que estamos amuermaos,
tanto gran hermano nos ha condenao,
será algo natural de la raza humana
lo de tumbarse en el sofá y no hacer nada
¡¿pero qué esperanza nos va a quedar!?
si una imagen vale más que diez millones de palabras...

Hija mía... de verdad...
¡qué mal están los tiempos!
nos adelantan las jubilaciones
nos bajan los precios,
nos llenan de humo
y a los funcionarios les suben los sueldos,
¡hija mía qué suplicio!
¡¿y lo del íbex 35?!
que no se yo que será,
pero que quieres que te diga, niña,
a mí me suena muy mal.


Víctor Castilla. (Abril 2011)

viernes, 4 de febrero de 2011

Crítica de 'Sombras en la oscuridad' de Luigi R.P.


Existen infinitas motivaciones que conducen a una persona de 17-22 años a coger una cámara e intentar contar una historia. A menudo, la historia no es más que un pretexto para sorprendernos con un torbellino de imágenes a un ritmo desenfrenado, que a menudo no tienen razón de ser, razón de ser que si la tienen las historias que, al contrario, no están bien contadas. Pero a pesar de los amantes de la retórica vacía, lo que suele motivar a una persona de 17-22 sin dinero ni recursos a coger una cámara y gastar su tiempo en contarnos una historia, es que dicha persona tiene un discurso, un discurso que necesita plasmar de alguna forma, un discurso con una determinada tendencia temática, con una carga ideológica, con unos gustos estéticos, con una preferencia por ciertos ambientes y personajes determinados, con un objetivo reivindicador o filosófico, con una finalidad reflexiva o de entretenimiento. Un discurso, un discurso que tiene la imperiosa y romántica necesidad de compartir.

Y esta furiosa necesidad de contarnos historias rara vez se sacia, con lo que cogen una cámara de fotos que graba decentemente bien, (o si tienen algo más de suerte, una DV) el windows movie maker, a un par de amigos, y a darle al REC. La respuesta acerca de si el resultado va a ser interesante visualmente jamás será un sí rotundo, pero a menudo, la respuesta acerca de si el creador o creadora ha logrado sortear todos los obstáculos y dotar a su trabajo de una cierta continuidad sonora y visual y una pizca de cohesión narrativa, la respuesta más común suele ser que no. Por eso, aunque toda ópera prima (por suerte) es irregular, es cierto que en ella vemos el talento potencial de su orquestador en la medida en que ha logrado que su talento tenga más valor cualitativo y cuantitativo que una cámara de fotos que hace videos decentes, por lo que no importa cuáles sean los medios, el sabrá obtener un resultado favorable. Y el ejemplo más claro de talento que se desborda de una calidad de imagen que tanto deja que desear como la de Sombras en la oscuridad, es Luigi R.P. que consigue que, de hecho, la calidad de imagen (que no calidad cinematográfica) de este cortometraje sea el menor de los detalles, logrando hacernos dudar, logrando que no sepamos distinguir si nos encontramos ante un corto amateur o ante un corto profesional.


Sombras en la oscuridad es una historia enternecedora de desarrollo terrorífico, visualmente sorprendente e inquietante a más no poder, y con un aura de suspende lograda a base de técnica y meticulosa dedicación.
Cuenta la historia de Peter, interpretado por Esteban Somosierra, actor fetiche y colaborador habitual de Luigi, quién también compone una estupenda BSO., un adolescente soñador cuyas ideas se enfrentan a las de su padre, el señor Garryson, personaje bien encarnado por Eulogio Varela, que llevará a Peter a emprender un viaje de búsqueda y reflexión vital durante el cuál, esta historia, en principio poco imaginativa, da un diro enorme que nos traslada a otro espacio, a otro tiempo, a otro género cinematográfico. Hay muy pocos realizadores que en su ópera prima, con medios escasos, sepan crear un mínimo climax cinematográfico donde el montaje de sonido, la BSO, los planos, y los efectos digitales estén elegidos de forma tan inteligente y cuidada que logren que nos embarquemos en un viaje que nos permita entrar de lleno en la historia que nos están contando.

Y ese es el logro de este ambicioso cortometraje de 30:59 (le queda un minuto para ser mediometraje), que la genial y envolvente banda sonora, los asombrosos efectos digitales, y el ritmo permita que los latidos del corazón de la historia y de su intensidad latan al mismo ritmo, en una progresión impecable donde, pese a la existencia de momentos en los que la atención y el interés desciende, la intriga entorno a este misterioso relato apocalíptico, jamás desaparece Y es que a nivel visual, a este realizador le sobran propuestas, en Sombras en la oscuridad , Luigi exprime cada secuencia hasta el lítime, ejecutando todos los planos posibles, mostrándonos todos los puntos de vista de una misma realidad, fabricando la atmósfera adecuada en cada momento, momentos que gracias a ello, cobran vida por sí mismos, y sobre todo, nos deja al descubierto la mente de un cineasta que no se conforma con contarnos lo que ocurre, sino que con la profundidad de sus planos, lo que pretende es que sintamos cada minuto de su relato.

La acción, la mirada laberíntica de la cámara, la desconcertante verdad oculta que envuelve toda la trama, se intercambia constantemente con lo onírico, con la estética bella de planos generales, música, y sonidos cálidos. Una historia narrada a diferentes ritmos de cámara, que vibra al compás del momento con gran precisión. Sin duda, muy pocos realizadores noveles sabrían estar contándonos la historia de un chico que quiere ser poeta a modo de apasionante relato de ciencia ficción. Apasionante, que no meramente épico, pues Luigi R.P. jamás se habría conformado con un insulso relato de acción, explosiones y suspense acerca de la destrucción de una civilización, su relato va más allá, eso sí, logrando lo más difícil, sin renunciar a la acción en favor de la pasión, ni a la pasión en favor de la acción.

Y es ahí donde este jóven director de Benalmádena hace gala de una técnia cinematográfica exquisita inesperada en un cortometraje realizado con tan pocos recursos. Pues logra hacer uso del lenguaje cinematográfico y hacer, sencillamente, lo que siempre se pretende en estos casos 'contar una historia en imágenes', sin que en ningún momento los errores de planteamiento nos hagan sospechar que lo que nos están contando, poco tiene que ver con cómo nos lo están contando. El eje de la cámara falla en ocasiones, hay temblores, planos poco iluminados, pero el correcto movimiento de los mismos es tan ágil y dinámico, el montaje tan cuidado, y lo visual está tan enfocado a las dósis de terror y suspense de la historia, , que sin duda Sombras en la oscuridad nos hace concluir en que su realizador es capaz de hacer muchísimo, a cambio de nada.





En definitiva, Luigi R.P. es de esos que no deja nada al azar, sabe lo que cuenta y como nos lo quiere contar a cada segundo. Y su mirada y su discurso evolucionarían posteriormente a este corto realizado en 2006, por diferentes caminos, pero siempre con la misma preocupación por los detalles, porque impere lo que transmite la historia, más que la historia en sí misma, con un dominio cada vez más perfecto de la cinematografía, pues este realizador es ante todo, un amante y un genio del cine, como arte, como disciplina, y como fiel inspiración a través de sus múltiples maestros hacia lograr genialidades como El Beso (2010), o Separados. (2009)
Víctor Castilla. 4 de Febrero de 2011. 22:46 H.