viernes, 4 de febrero de 2011

Crítica de 'Sombras en la oscuridad' de Luigi R.P.


Existen infinitas motivaciones que conducen a una persona de 17-22 años a coger una cámara e intentar contar una historia. A menudo, la historia no es más que un pretexto para sorprendernos con un torbellino de imágenes a un ritmo desenfrenado, que a menudo no tienen razón de ser, razón de ser que si la tienen las historias que, al contrario, no están bien contadas. Pero a pesar de los amantes de la retórica vacía, lo que suele motivar a una persona de 17-22 sin dinero ni recursos a coger una cámara y gastar su tiempo en contarnos una historia, es que dicha persona tiene un discurso, un discurso que necesita plasmar de alguna forma, un discurso con una determinada tendencia temática, con una carga ideológica, con unos gustos estéticos, con una preferencia por ciertos ambientes y personajes determinados, con un objetivo reivindicador o filosófico, con una finalidad reflexiva o de entretenimiento. Un discurso, un discurso que tiene la imperiosa y romántica necesidad de compartir.

Y esta furiosa necesidad de contarnos historias rara vez se sacia, con lo que cogen una cámara de fotos que graba decentemente bien, (o si tienen algo más de suerte, una DV) el windows movie maker, a un par de amigos, y a darle al REC. La respuesta acerca de si el resultado va a ser interesante visualmente jamás será un sí rotundo, pero a menudo, la respuesta acerca de si el creador o creadora ha logrado sortear todos los obstáculos y dotar a su trabajo de una cierta continuidad sonora y visual y una pizca de cohesión narrativa, la respuesta más común suele ser que no. Por eso, aunque toda ópera prima (por suerte) es irregular, es cierto que en ella vemos el talento potencial de su orquestador en la medida en que ha logrado que su talento tenga más valor cualitativo y cuantitativo que una cámara de fotos que hace videos decentes, por lo que no importa cuáles sean los medios, el sabrá obtener un resultado favorable. Y el ejemplo más claro de talento que se desborda de una calidad de imagen que tanto deja que desear como la de Sombras en la oscuridad, es Luigi R.P. que consigue que, de hecho, la calidad de imagen (que no calidad cinematográfica) de este cortometraje sea el menor de los detalles, logrando hacernos dudar, logrando que no sepamos distinguir si nos encontramos ante un corto amateur o ante un corto profesional.


Sombras en la oscuridad es una historia enternecedora de desarrollo terrorífico, visualmente sorprendente e inquietante a más no poder, y con un aura de suspende lograda a base de técnica y meticulosa dedicación.
Cuenta la historia de Peter, interpretado por Esteban Somosierra, actor fetiche y colaborador habitual de Luigi, quién también compone una estupenda BSO., un adolescente soñador cuyas ideas se enfrentan a las de su padre, el señor Garryson, personaje bien encarnado por Eulogio Varela, que llevará a Peter a emprender un viaje de búsqueda y reflexión vital durante el cuál, esta historia, en principio poco imaginativa, da un diro enorme que nos traslada a otro espacio, a otro tiempo, a otro género cinematográfico. Hay muy pocos realizadores que en su ópera prima, con medios escasos, sepan crear un mínimo climax cinematográfico donde el montaje de sonido, la BSO, los planos, y los efectos digitales estén elegidos de forma tan inteligente y cuidada que logren que nos embarquemos en un viaje que nos permita entrar de lleno en la historia que nos están contando.

Y ese es el logro de este ambicioso cortometraje de 30:59 (le queda un minuto para ser mediometraje), que la genial y envolvente banda sonora, los asombrosos efectos digitales, y el ritmo permita que los latidos del corazón de la historia y de su intensidad latan al mismo ritmo, en una progresión impecable donde, pese a la existencia de momentos en los que la atención y el interés desciende, la intriga entorno a este misterioso relato apocalíptico, jamás desaparece Y es que a nivel visual, a este realizador le sobran propuestas, en Sombras en la oscuridad , Luigi exprime cada secuencia hasta el lítime, ejecutando todos los planos posibles, mostrándonos todos los puntos de vista de una misma realidad, fabricando la atmósfera adecuada en cada momento, momentos que gracias a ello, cobran vida por sí mismos, y sobre todo, nos deja al descubierto la mente de un cineasta que no se conforma con contarnos lo que ocurre, sino que con la profundidad de sus planos, lo que pretende es que sintamos cada minuto de su relato.

La acción, la mirada laberíntica de la cámara, la desconcertante verdad oculta que envuelve toda la trama, se intercambia constantemente con lo onírico, con la estética bella de planos generales, música, y sonidos cálidos. Una historia narrada a diferentes ritmos de cámara, que vibra al compás del momento con gran precisión. Sin duda, muy pocos realizadores noveles sabrían estar contándonos la historia de un chico que quiere ser poeta a modo de apasionante relato de ciencia ficción. Apasionante, que no meramente épico, pues Luigi R.P. jamás se habría conformado con un insulso relato de acción, explosiones y suspense acerca de la destrucción de una civilización, su relato va más allá, eso sí, logrando lo más difícil, sin renunciar a la acción en favor de la pasión, ni a la pasión en favor de la acción.

Y es ahí donde este jóven director de Benalmádena hace gala de una técnia cinematográfica exquisita inesperada en un cortometraje realizado con tan pocos recursos. Pues logra hacer uso del lenguaje cinematográfico y hacer, sencillamente, lo que siempre se pretende en estos casos 'contar una historia en imágenes', sin que en ningún momento los errores de planteamiento nos hagan sospechar que lo que nos están contando, poco tiene que ver con cómo nos lo están contando. El eje de la cámara falla en ocasiones, hay temblores, planos poco iluminados, pero el correcto movimiento de los mismos es tan ágil y dinámico, el montaje tan cuidado, y lo visual está tan enfocado a las dósis de terror y suspense de la historia, , que sin duda Sombras en la oscuridad nos hace concluir en que su realizador es capaz de hacer muchísimo, a cambio de nada.





En definitiva, Luigi R.P. es de esos que no deja nada al azar, sabe lo que cuenta y como nos lo quiere contar a cada segundo. Y su mirada y su discurso evolucionarían posteriormente a este corto realizado en 2006, por diferentes caminos, pero siempre con la misma preocupación por los detalles, porque impere lo que transmite la historia, más que la historia en sí misma, con un dominio cada vez más perfecto de la cinematografía, pues este realizador es ante todo, un amante y un genio del cine, como arte, como disciplina, y como fiel inspiración a través de sus múltiples maestros hacia lograr genialidades como El Beso (2010), o Separados. (2009)
Víctor Castilla. 4 de Febrero de 2011. 22:46 H.