
Muy pocos espectadores corrientes, de esos que ya están bien acomodados (no con ello quiero decir que sean inferiores) comprenden las aspiraciones de su amigo el cinéfilo, y no me refiero a particulares gustos estéticos o temáticos, o a una exquisitez pedante, ni a mitomanía. Me refiero a la concepción de la experiencia cinematográfica, para cuya correcta y satisfactoria realización se necesitan unos elementos que el cinéfilo necesita, y el espectador corriente ignora, como mantenerse callado durante la proyección, estar concentrado en la película… etc…de manera que dicha experiencia sea completa y enriquecedora en todos los sentidos.
Y si amas dicha experiencia, y además amas la experiencia cinematográfica concentrada tan particular y fascinante que proporcionan los cortometrajes, sin duda en Jon Rivero acabas encontrand
o a ese cineasta que domina como nadie los elementos que hacen posible que experimentes esa sensación, para lo cuál no pasa jamás por alto los detalles que hacen de sus cortos auténticas joyas visuales y sonoras, regalándonos en cada nuevo trabajo esa misma mirada, esa misma experiencia sobrecogedora en sus diferentes vertientes, a diferentes ritmos, según se requiera en cada situación.
Tenemos a Suk, un tipo que comienza a experimentar como su vida y todo lo que él era antes se desmorona tras ser abandonado. Después tenemos a Sibel, una profesora de instituto que se encuentra impotente viendo como uno de sus alumnos, Marcos, es amenazado por sus compañeros de clase. Y tras un encuentro entre Suk
y Sibel, esta última se plantea ayudar a ambos a salir de sus situaciones. El cortometraje consta de tres partes que se miran entre sí como un triple espejo. Primero, el profundo vacío de Suk. Para expresarlo, Jon no se anda con rodeos (increíble la secuencia en la que llora mientras se masturba). Dicha angustia para por un momento inicial de trance, justo cuando es abandonado, en el que Jon no repara en el uso de todo tipo de primeros y primerísimos planos, juegos con el contraste de la imagen, una buena elección de la música y la profunda interpretación y las miradas del propio Jon, que interpreta a dicho personaje. E igual que vino esta atmósfera caótica, de repente desaparece para dar lugar a la estética angustiosa, comedida y deprimente.
Como ocurre en toda ópera prima, la gran capacidad de Jon para recrear el ambiente según el sentimiento del personaje, se torna en abuso, usando más de lo debido esa mirada introspectiva y sufridora de Suk, sin embargo no llega a convertirse en uno de esos recursos expresivos que no van acordes a la narración o la interrumpen, sino todo lo contrario. Con el lento caminar del personaje, esos expresivos primeros planos ya mencionados y el uso del blanco y negro, nos expresa la asfixiante existencia de su personaje, demostrándonos sus aptitudes para su futuro dominio absoluto del lenguaje que irá evolucionando y transformándose.

onos un personaje que lucha por transmitir al atormentado Marcos las ganas por seguir adelante y sobreponerse ante todo lo que nos venga mediante el revelador uso de una noria y un libro. Con esto, tengo la sensación de que Jon nos muestra su amor por los pequeños detalles, su simbología arraigada en la vida, en el ser humano y en los sueños de la infancia, que estará muy presente en su obra. Y finalmente el encuentro entre Suk y Sibel, donde Jon nos vuelve a hacer salir de esa atmósfera creada anteriormente y todo recupera su color. En el que de igual forma Sibel le transmite su energía de manera que, según he creído comprender, Jon nos hace ver que los personajes de Suk y Marcos están más próximos de los que pensamos. Final precioso, pero a mi parecer una solución demasiado fácil e irreal, pero por otra parte no se me ocurre otra forma para terminarlo.
o hay plano desencuadrado ni desenfocado, ni sonido mal montado. En cuanto a las interpretaciones, todas lo suficientemente creíbles como para no manchar el corto, haciendo especial mención a Marcos, y al propio Jon, que sin duda nos sobrecoge con su dramático inicio y su tierno final. El montaje, estupendo, la historia no pierde sentido ni expresividad a costa de un ritmo adecuado, balanza que siempre es difícil equilibrar. Sin duda el mayor logro de Jon con ‘Desplazados’ es lograr contar una historia, en principio quizás poco imaginativa, de la forma más singular, rompiendo con los convencionalismos, y regalándonos ese toque especial que nos recuerda tanto a la esencia pura del género del cortometraje, esos artistas que en tan poco tiempo nos hacían sentir tantas cosas.
Víctor Castilla, 22 de Septiembre de 2010 4:30 H.





